“Las inversiones altas las hacen en sus países, las bajas las hacen en Sudamérica dejando un pasivo ambiental”

Así lo aseguró Gustavo Lovrich, biólogo del CADIC e Investigador del CONICET al referirse en Radio con Vos al proyecto de Ley aprobado por la Legislatura de Tierra del Fuego que prohíbe la cría de salmones en aguas lacustres y marítimas. “Lo que está en juego es una ecuación económica, con poca inversión dejan un pasivo ambiental a los países sudamericanos y se llevan la producción en cambio, una inversión alta la hacen en donde les reditúa más, es decir en sus países de origen”, explicó el científico.

Gustavo A. Lovrich es biólogo marino y vive en Ushuaia desde hace 34 años. Lovrich es uno de los tantos científicos, que se expresó en contra de la cría de salmones en aguas abiertas.

Detalló que lo que pretendían hacer la empresa estatal de Noruega con el ex gobierno tanto provincial como nacional era  “instalar el modelo chileno del año 1980. Este tipo de industria tiene 40 años que lo que hace es dejar un pasivo ambiental importante porque afecta el fondo marino, la fauna que rodea a las jaulas y a la fauna que flota”.

Lovrich explicó que con esta forma se introduce una  especie exótica que “más tarde o más temprano va a escapar y va a afectar a la trama trófica al ecosistema de los mares y de los ríos porque desovan en los ríos”.

Además “el uso de pesticidas e insecticida para evitar los paracitos y el uso de antibióticos para evitar las múltiples enfermedades que tienen producen la polución asociada a una industria más” que existe en Ushuaia, el turismo “atenta contra el imaginario de lo que es el Canal Beagle,  el Fin del Mundo por lo que vienen los turistas, la naturaleza, las colonias de aves y de lobos”, dijo el investigador.

En cuanto a las fuentes de trabajo que podría llegar a generar la industria de la salmonera, puntualizó que “la cantidad de puestos de trabajo que termina produciendo es baja porque se necesita un peón para cuidar estas granjas, lo que si necesitan son veterinarios, buzos, personal calificado para supervisa y optimizar la producción frente al daño ambiental que tienen”.

A esto se le suma que “en un poco más de dos años se obtiene producción, es una especie que está aprobado en el mundo y que mejor convierte en la comida, la tasa de conversión es le doy un kilo y voy a obtener un kilo de salmón, es casi como los pollos”, ejemplificó el biólogo.

“Estos salmones son originarios del atlántico norte, Escocia y Noruega donde se hacen este tipo de granjas. El punto de la cantidad de pesticidas y antibióticos es producto del hacinamiento. Todos los animales que están hacinados en algún momento se van a terminar enfermando de algo, es como el COVID-19, si estamos en un espacio cerrado y alguien tiene el virus, nos vamos a terminar contagiando”, ejemplificó Lovrich.

En cuanto al funcionamiento de la industria en mares, el profesional del CADIC, detalló que “en una jaula ponen 80 mil salmones, la jaula tiene 30 metros de diámetro, es el frente de tres casas de Bs As. En una unidad productiva hay 10 de estas jaulas, es decir que van a tener 800 mil salmones en un espacio como una cancha de futbol. Hay parásitos que se contagian muy fácilmente entonces lo que se hace es ponerlos en una pileta como en una pelopincho y los bañan en un insecticida -el raid en aerosol- por unos segundos, se mueren los piejos de mar, se desprende y el salmón vuelve a la jaula”.

También “el alimento es un problema porque necesitan alimentarse de proteína, hasta hace muy poco tiempo las proteínas las sacaban del jurel, reventaban la producción de otro pescado, para hacer alimento balanceado, acá hay otro pasivo ambiental, no se puede poner en dinero pero si en pasivo ambiental”, añadió Lovrich.

Sobre otras formas de criar y producir salmones, señaló que  “hay alternativas que las hacen los yankees y los noruegos pero en sus casas no en Sudamérica, por ejemplo en el estado de Florida están poniendo este tipo de cultivos de salmones de agua fría, es un sistema de circulación cerrado que los hacen cerca de los centros de consumo, no hay contacto con el mar, una vez que se llena se cierra tiene una cantidad de filtros importantes, la inversión es importante”.

Lovrich resaltó que “lo que producen es un salmón de alta  calidad que no tiene ni insecticida ni antibióticos, esta criado en un sistema de economía circular es decir que permite el rehusó de los desechos de los salmones y el agua”.

El científico enfatizó que “estoy de acuerdo con esta forma, es la manera moderna de hacerlo, esto no lo prohíbe la ley que se sancionó en Tierra del Fuego, lo que prohibió es hacerlo en aguas abiertas”.

En esta línea, remarcó que en Argentina ya existe es tipo de cultivo en “El Instituto Nacional de Desarrollo Pesquero en Mar del Plata lo hacen con una especie autóctona, el pez limón, es decir que es algo posible y se puede hacer lo que se necesita es inversión”.

“Lo que está en juego es una ecuación económica, con poca inversión dejan un pasivo ambiental a los países sudamericanos y se llevan la producción en cambio, una inversión alta la hacen en donde les reditúa más, es decir en sus países de origen”, fustigó el investigador.

En este orden, Lovrich recordó que “en chile arrancó la salmoncultura en Puerto Montt y en la Isla de Chiloé -a la altura de Bariloche-, cuando empezó a degradarse la calidad del agua y de los fondos comenzaron a moverse al sur porque tenían mejor calidad de agua” entonces “en los últimos años se instalaron en el estrecho de Magallanes y en las islas alrededor del Canal Beagle. Todo esto bien puede replicar acá”.

Sobre las consecuencias de esta industria, dijo que “la acumulación de los restos de comida y de la feca en el fondo marino genera que haya una disminución del oxígeno suelto, en las aguas circundantes provoca la pérdida de biodiversidad, existe una camionada de mierda permanentemente”.

Como “a los salmones no le gustan los lugares con bajo oxigene se tienen que mudar las salmoneras, además la cantidad de enfermedad comienzan a ser más frecuentes, la calidad deja de ser buena”, comentó  científico.

El investigador añadió que “la especie emblema para la pesca en el Canal Beagle es la centolla y las larvas son sensibles a los pesticidas, las centollas están en el fondo, cuanto más jaulas pongan los pescadores artesanales no pueden pescar”, al mismo tiempo indicó que “la generación de marea roja cada vez es más frecuente, son algas que  acumulan los mejillones y las cholgas, entonces no pueden ser vendidos porque son toxicas”.

“El vacío de legislación hace que las empresas multinacionales creen estas legislaciones a su medida por ejemplo, en Chile cuando deben medir el contenido de materia orgánica está la lluvia de mierda permanente en el fondo por eso van con una chata tiran arena y miden. No tiene mucha materia orgánica porque tiraron arena antes entonces siguen diciendo que están contaminando poco, van esquivando la legislación”, señaló científico del CADIC.

Lovrich comentó que en principio “lo que quisieron hacer acá fue emparchar los despidos y el cierre de las empresas electrónicas, buscaban reciclar los obreros de estas empresas en salmonera, acá hay un cortocircuito porque la salmoneras no requieren mano de obra poco calificada”.

Para concluir, expuso que “estando enfrente Puerto Williams hacía sospechar que ni siquiera iba a haber una planta de procesado de pescado en Argentina, sino que se lo iban a llevar a chile posiblemente vivo para ser procesado”.

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